Consumo Responsable

Cinco hábitos de consumo que ayudan a conservar el medio ambiente

En el pasado, las personas tenían un pensamiento erróneo de lo que verdaderamente es tener una buena calidad de vida. Pensaban que si consumían todo lo que el ser humano es capaz de ofrecer como: viviendas, autos, viajes, bienes, servicios y demás comodidades materiales, podrían vivir plácidamente, y esto en realidad no es así, predominaba más el pensamiento del consumidor compulsivo e irracional que la del consumidor con consciencia y comprometido a ayudar a su entorno.

Hoy por hoy, hay más consciencia de los hábitos y sus repercusiones en el medio ambiente y que nos hace más comprometidos y amigables con nuestro entorno. Es por esta razón que te presentamos algunos hábitos sencillos que hacen la diferencia y que son capaces de garantizarnos una mejor calidad de vida.

  1. Consumo responsable del agua

La vida no sería posible sin el agua y todos dependemos de este recurso tan valioso en menor o mayor medida. De hecho, el agua constituye el 50-90% de la masa de los organismos vivos y el 75% de la superficie terrestre está cubierta por agua. Por todos estos motivos el ahorro de agua debe ser algo prioritario y algo en lo que todos deberíamos comprometernos.

Sin embargo, el agua es uno de los recursos que más se ha visto afectado por la actividad humana.

Por eso es importante tomar conciencia de esto y hacer algo al respecto, empezando por nuestras acciones cotidianas, debemos crear hábitos cuyo impacto sea mayor al que imaginamos. Su uso de forma racional es indispensable, ya que con hacer algo tan sencillo como cerrar el grifo cuando te cepillas los dientes podrías ahorrar un 90% del agua. Lavar el auto con un balde y una esponja en lugar de utilizar una manguera a presión ahorraría un 80%, tomar duchas cortas y cerrar la llave cuando se está enjabonando son algunos hábitos que influyen mucho para poder preservar este importante recurso.

  1. Cultura del reciclaje

La cultura de separar la basura y reciclar, no solo trae consigo ganancias ambientales, sino también económicas ya que se incrementan los empleos y se disminuye el gasto en espacios de acumulación de residuos como: ahorro de energía y disminución de la contaminación del uso de suelo, por decir algunos.

En la actualidad, se sabe que reciclar es una de las actividades más benéficas para el medio ambiente; sin embargo, existe muy poca información educativa que ilustre a ciencia cierta, todos los beneficios ambientales y económicos para mitigar los efectos del cambio climático y lograr ciudades resilientes. Aun así, incentivamos a las personas a crear su propio hábito de reciclaje utilizando el método más efectivo y recomendable, la regla de las tres erres: reducir, reutilizar y reciclar.

  1. Uso racional de la energía

Al igual que el agua, depende de nosotros hacer un uso racional de la energía. Por ejemplo, apagar la luz en las habitaciones que no están siendo utilizadas, reemplazar las bombillas por unas de bajo consumo, que por cierto, también nos permite ahorrar dinero a largo plazo. Esto nos ayuda a crear buenos hábitos y consciencia sobre la importancia del ahorro de energía eléctrica.

  1. Uso de transporte sostenible

Los viajes en auto suponen la mitad de las emisiones totales de Dióxido de Carbono en las ciudades. Uno de los principales problemas que se obtiene en los países con grandes índices de CO2, es el gasto que genera el sector salud derivado de las enfermedades que puede provocar la saturación de una mala calidad de aire. La exposición a altos niveles de contaminación del aire puede causar una variedad de resultados adversos para la salud: aumenta el riesgo de infecciones respiratorias, enfermedades cardíacas, derrames cerebrales y cáncer de pulmón las cuales afectan en mayor proporción a población vulnerable, niños, adultos mayores y mujeres embarazadas.

Es decir, que cuando se habla de apostar por una movilidad sostenible para una mejor calidad de vida no se refiere solo a los beneficios ambientales, sino también se busca el bienestar económico, social y de tránsito. Usar el transporte público y otros medios de transporte como la bicicleta ayudan a reducir significativamente nuestro impacto sobre el medio ambiente.

  1. Agricultura urbana

De acuerdo con un reporte de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), existe una tendencia creciente en América Latina por fomentar la agricultura urbana—la producción de alimentos frescos para el autoconsumo en espacios reducidos como los patios de las casas y las terrazas de los edificios—como un medio para aumentar la seguridad alimentaria de las poblaciones más vulnerables de las ciudades. La agricultura urbana genera ingresos complementarios y enriquece la dieta familiar, además de estimular la generación de áreas verdes en las ciudades.

El consumo de alimentos orgánicos y locales tiene numerosos beneficios. Por un lado, los alimentos orgánicos son más saludables ya que no contienen toxinas procedentes de pesticidas, antibióticos, fertilizantes sintéticos, aditivos y conservantes utilizados en procesos de agricultura. Por otro, consumir alimentos de la región o la ciudad en la que vivimos requiere de menos energía tanto a la hora de cultivarlos como a la hora de transportarlos y esto se traduce en que sean alimentos más económicos para nuestro bolsillo.